lunes, 12 de marzo de 2007

00 06 LA DICTADURA DE LO SOCIAL





La dictadura de lo social
España es una tragedia social, una dictadura social, donde sólo se hace lo que la sociedad estima “política” o socialmente correcto. No se tiene libertad de pensar diferente, no se puede ni se debe ser diferente. El rebaño debe decir: meeee a lo que el partido en el poder o el medio social donde se desenvuelve la vida de una determinada persona, presupone e impone. La mayoría de los españoles son esclavos de convencionalismos sociales y políticos sin más horizonte que plegarse al fascismo de turno. Y este fascismo empieza muchas veces en la familia, el barrio, la escuela, la ciudad y toda la maraña de costumbres y prejuicios que atan la conciencia de los españoles.
La libertad no es libertinaje, es verdad, pero tampoco es imposición y coerción de maneras de ser que no sean iguales a las de un grupo de poder que las impone a la fuerza y por el medio que sea.
La gran ausencia de la verdadera noción de Dios y de la trascendencia humana. El sentido de la muerte como cesación de lo mundanamente importante en la vida. La forma y la apariencia en contra del ser que cada hombre es y que determina su entidad fundamental; todo ello hace que la fuerza de la intención humana caiga sobre la posesión de formas y maneras superficiales de aparecer de los hombres y no sobre la verdad de su rápido pasar y realizar en este mundo.
La tragedia de España es su mediocridad de pensamiento sobre el ser y la verdad.
Nadie permanece aquí… Ninguno, si sus ideas no van más allá de la simple vida social, puede llevarlas al otro plano de la realidad.
Es tal la mediocridad que se siente cuando uno ha vivido en varias realidades humanas que, siendo español, no se puede dejar de sentir vergüenza por la limitación que tienen y coaccionan los que determinan como realidad sus ideas del instante pasajero y no ven la verdadera dimensión contingente de la persona humana.
Una gran mayoría diviniza la vida pasajera el instante y momento, y hacen eterno un tiempo limitado al que no se puede retener ni determinar.
Que tragedia la de España! Siempre buscando los antivalores como son: el ser más… el tener más que el otro… el sentirse importante.. el disminuir al que se siente o tiene más que ella. Pobre España siempre siendo infiel a la verdad que por siglos se ha proclamado en su seno, Pobre España oscura y pobre de espíritu, envuelta en la mezquindad de su propia forma de rechazar y rechazarse. Pobre España creyendo sus propias falacias sin la humildad que es la verdad y acarreando por siglos la tragedia en una continua mentira de ser, donde lo único que cosecha es su propio desprecio.
Desprecio al otro, afirmación de lo propio más allá de lo real y necesario. Ser vasco, ser catalán etc., como si eso fuera una posesión personal que imprime carácter y “me” hace más que los otros,: Ser de aquí o de allá para ser más que el vecino, y gratuitamente matar y mentir para proclamar la grandeza de una “pueblo” que no existe, porque lo que existimos son personas diferente y únicas. Divinizar términos o palabras como eternas e inmutables cuando el lenguaje humano es cambiante y muere. Hacerse a la idea de que si soy de aquí soy mejor que el otro, tengo más, soy superior etc., etc. pura pretensión y mentira; el mejor es aquel que dejándose de si mismo se vuelca en el otro y asume sus deficiencia y penas acompañándole en su camino. El mejor es siempre aquel que valora el ser del otro y es capaz de llegar hasta dar su vida por él. Lo que no sea esto es pretensión inútil y voluntarismo trasnochado o insostenible vanidad y soberbia.
Cuando en una sociedad las personas no superan la etapa del vivir acaparado las cosas superficiales y primarias negando a los otros el uso y disfrute de aquello que les sobra: la mezquindad consecuente los elimina y los mata en vida y en espíritu.
España es una trágica situación de mezquindad social y personal, en una gran mayoría de las personas que la habitan.

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