martes, 5 de agosto de 2014

00.41 DESDE AFUERA-








DESDE AFUERA



Señor de Prada. Tengo 73 años, soy lector de sus artículos en “XL semanal” y me voy a permitir establecer un pequeño diálogo con Ud. Soy español, emigrante a Venezuela en el año 1955 con 15 años. Allí viví durante unos 48 años, salvo 4 años, más o menos, en Francia al comienzo de los años 80 y 6 en Galicia, desde fines del 2001 hasta octubre del 2007, regresando últimamente en noviembre del 2013 de nuevo a Galicia. Soy jubilado, profesor universitario en Venezuela durante 26 años y estudié en la Sorbona (París IV) donde finalicé el doctorado en Filosofía. Fui profesor de lógica simbólica, filosofía y otras materias.
Bien, después de este preámbulo que espero lea con paciencia, me permito hacerle los siguientes comentarios:
Lo considero una persona de un raro valor intelectual y con una visión clara de las circunstancias, sobre todo sociales, de la España actual. Tiene la suerte de continuar siendo católico o al menos eso creo, en momentos tan difíciles para los que quieren creer, como son los actuales y más en este país. Pues bien, en su penúltimo artículo en XL semanal, traza un magnífico retrato de la espiritualidad de las hermanas del convento de la Encarnación, en Ávila, si no me equivoco, donde Santa Teresa estuvo unos 30 años y volvió para ser priora. Creo recordar una frase que más o menos dice: “La fresca brisa del cielo/... / pero no se puede vivir en él siempre”, pido disculpas por el recuerdo libre de tal expresión, dado que no tengo el artículo a mano y no la puedo reproducir textualmente. Me impresionó su captación de la dimensión que tanta falta nos hace y la cual obviamos continuamente, preocupados por mil y una cosa de la “estructura social donde vivimos” dañada y destructora de lo esencial que tiene el hombre: su inmortalidad y trascendencia. La sociedad actual en España o al menos una gran parte de ella, niega este hecho y lo reduce a “cosas de curas”. No sé que tan convencido está de esas verdades; pero sin eso no merece la pena tener las vivencias que tenemos y la vida misma carece de sentido global.
El otro artículo es más de “aquí”, en la misma revista la semana siguiente que termina, para la revista, el 3 de agosto, toca Ud. la situación de las ideas políticas, tan en boga hoy en día, como son el capitalismo y el comunismo.
Me preocupa su acusación de los males del capitalismo, los cuales son evidentes, no en la dimensión que Ud. lo trata, pero sí, en muchos de sus desmanes. Para mí, la problemática social, viene de una sociedad que sólo vive en función de sí misma; es decir, creada por nosotros, para nosotros y en nosotros, sin, la mayoría de las veces, tener en cuenta la doctrina social de la Iglesia y su sabiduría de siglos. El capitalismo salvaje es malo, lo afirmó Juan Pablo II y la Iglesia en general lo mantiene; pero el comunismo es, según palabras de la encíclica de Pio XI “DIVINI REDEMPTORIS” del 19 de Marzo de 1937:
Un sistema lleno de errores y sofismas, contrario a la razón y a la revelación divina; un sistema subversivo del orden social, porque destruye las bases fundamentales de éste; un sistema desconocedor del verdadera origen, de la verdadera naturaleza y del verdadero fin del Estado; un sistema, finalmente, que niega los derechos, la dignidad y la libertad de la persona humana.
Esto y muchas otras cosas muy significativas encontrará leyendo, si no lo hizo ya, esta y otras encíclicas, de Pio IX, León XII y otros Sumos Pontífices que condenaron esa filosofía y su manera de actuar.
Estoy preocupado cuando, no es que defienda, pero sí parece excusar la llegada de esas ideas en una persona que no nombra pero insinúa, y la cual tampoco pretendo nombrar, habiendo vivido lo que viví en Venezuela bajo el imperio del castro-chavismo. No sólo el comunismo es: “intrínsecamente malo” como dice la encíclica, sino que es el eje más puro, conocido hasta hoy, de la maldad y la intervención del espíritu del mal en el mundo. Me parece que necesitaría vivir en Venezuela durante esos fatídicos años, para entender y vivienciar la tragedia que el comunismo significa. De nada serviría contarle todo el mal que hicieron, hacen y parece que seguirán haciendo y donde, en comparación, el peor capitalismo es un juego de niños. No sólo, como la marabunta, destruyen todo lo que tocan sino que todo es para ellos; su capitalismo es el capitalismo supremo, pues tienen toda la riqueza del país y a las personas a su disposición o muertas o en la cárcel; y ellos, sólo ellos, viven en la mayor riqueza, holganza y lujos propios de los sátrapas de la Persia antigua. Los comunismos y los comunistas, son mentirosos, arrastrados, inconsecuentes, degenerados y póngale Ud. todos los más horripilantes adjetivos que quiera y aún se quedará corto. Créame, no caiga en la trampa en que Venezuela cayó. El bipartidismo se instauró allí, con la prepotencia que hoy veo en España y claro está, ante el cansancio de las personas, apareció el redentor buscado, el cual fue escuchado, en muy poco tiempo, por la mayoría de las personas a las cuales se les prometía la solución a una situación cada vez más degradada. El precio fue el CAOS en el cual vive el país actualmente y no parece, después de 16 años que vaya a terminar.
En fin, creo haber expuesto, someramente mi preocupación por lo que llamaría ligereza de su artículo; aunque sé que el móvil del mismo parece ser el quitar “pólvora” al compendio de miedos y carga sicológica ante la aparición de un fenómeno político vivido por mí en Venezuela y que sí, ha llevado a ese pobre país, a la ruina, física, moral y espiritual casi total. (1)

Atentamente

Jorge Antonio Lastra R.  D. Ph.

1) Esto es un mensaje al aire, aunque con nombre, por la reflexión que el artículo del Señor Juan Manuel de Prada provoco en mí, ante la "ligereza" intrínseca de su articulo sobre el capitalismo y el miedo al comunismo.

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